Te pongo un ejemplo: Imaginemos a alguien que enfrenta un conflicto interno entre una parte de sí misma extremadamente exigente y perfeccionista, y otra que tiende a posponer las tareas importantes. La parte crítica constantemente se dice a sí misma: "Debes hacerlo perfecto, analizando todo al detalle", tratando de proteger partes internas que tienen miedo al fracaso.

Por otro lado, la parte que pospone las tareas prefiere evitar comprometerse, a menudo justificando esta conducta como una forma de evitar la crítica o el posible error.

Ambas partes, aunque operan con la intención de proteger aspectos vulnerables de la persona, están en conflicto y no se reconocen como aliadas. Como terapeuta IFS, mi enfoque es ayudar a la persona a comprender a estas partes internas.

En las sesiones, guío a mis clientes para que conecten desde la calma con su sabiduría interna, permitiéndoles comprender los temores y las motivaciones detrás de estas partes. Esto les ayuda a reducir la intensidad de los comportamientos extremos y favorece una mayor compasión hacia uno mismo.

A medida que avanzamos en el proceso, disminuye la polarización interna y, como resultado, se fomenta un cambio más auténtico y alineado con los verdaderos deseos del cliente.